jueves, 10 de marzo de 2016

Primeros premios de "Microrrelatos por la Paz"

Rutina diaria

Carmen todos los días se tenía que despertar temprano, hacer el desayuno para su familia y preparar a los hijos para el colegio. Ella no daba a basto hasta que un día el marido se percató de que ya no era feliz. Así que cambió su rutina diaria y ella, al ver que no tenía ya lastres en su vida, sintió por primera vez la paz.

(JLRL, 1º de ESO) 




A 15 km.

Dos niños separados por los continentes. Antonio escuchaba la música de la banda del pueblo, veía los fuegos artificiales y se hartaba de algodón de azúcar. Aodab sentía en sus oídos el retumbe de los cañones y la artillería. Por lo que uno tuvo una noche alegre y divertida, y el otro, una de hambre y guerra.

(TPR, 2º de ESO)



El militar y la niña que le abrió los ojos

Un militar de bajo rango, su país entra en guerra con otro y a lo largo de la guerra se encuentra con una niña que yace tumbada junto al cadáver de su madre, se apiada de ella y se la lleva. El militar le coge cariño y da lo mejor de sí para protegerla, pero la niña muere en el trayecto. Cuando acaba la guerra el militar recuerda con mucho cariño a esa niña y decide entregarse en cuerpo y alma a intentar comunicar a la gente y obtener para todos la paz. Consigue el Nobel de la Paz, acercándose cada vez más a su meta, sólo gracias a la niña.

(ASR, 3º ESO)


La evasión

Era ya la segunda que el soldado José Sánchez entraba en el campo de batalla. Todo lo que se veía allí eran cuerpos de compañeros y enemigos caídos en combate. La lluvia mojaba la ropa, dificultando el movimiento. De la nada apareció una bala que atravesó el estómago de aquel combatiente. De repente... "¡José, deja de leer, que la cena ya está lista!", se oyó la voz de la madre. "¡Ya voy!", contestó José, dándose cuenta de la paz en que vive.

(MGM, 4º de ESO)


Mi sueño

He tenido un sueño en el cual me sentía feliz, donde el vaivén de las olas me acogía y me hacía ser parte del mar. Notaba las olas agitándome y disfrutaba de un paseo agradable. Llevaba un bañador que me hacía sentir fuerte y seguro. De repente me apercibí de que no llevaba mi bañador. Un hombre me miraba con cara de pena mientras hablaba sobre la guerra. Cogió mi pañuelo, que sirvió para limpiarme las heridas. Fui abrazado por una playa griega que debió de cogerme cariño, porque nunca me soltó. 

(CAR, 1º de Bachillerato) 

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